Imagina que tienes un rommie, siempre presente pero nunca presenciado. Este compañero silencioso es la Ley de Murphy, que nos vuelve conscientes de que cualquier cosa que pueda salir mal, probablemente lo hará. En un mundo en el que la perfección es un mito, Murphy nos enseña a reír de nuestras circunstancias y a descubrir belleza en el caos.
Cada mañana, cuando el café se derrama sobre la camisa blanca que tardaste 20 minutos en planchar, o cuando empieza la lluvia justo cuando salías del trabajo, Murphy se encuentra allí, sonriendo con humor. A pesar de esto, en vez de lamentarnos, podemos ver estas breves tragedias como lecciones de humildad. La Ley de Murphy nos incentiva a ser más flexibles, a hallar el humor en situaciones inesperadas y a no tomar en serio nuestras expectativas perfectas de la realidad.
En un mundo donde lo impredecible es lo único predecible, Murphy nos enseña a ser resilientes. Aprender a reírse de los contratiempos y a encontrar soluciones creativas es el arte de vivir con la Ley de Murphy. Es el arte de lograrse reír de los obstáculos y encontrar soluciones creativas a los problemas del día a día. Por lo tanto, en vez de desafiarla, podemos aceptarla y aprender a bailar en el caos.
Murphy, Mi rommie.
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