Willow: Entre la Realidad y el Hype

En el ámbito tecnológico, pocas noticias han provocado tanto shock como el anuncio del chip cuántico Willow realizado por Google. Este procesador inesperado ha sido presentado como una revolución en la computación cuántica, con la capacidad de realizar cálculos en minutos que, según se aseguran, tomarían a los supercomputadores actuales más de 10 septillones de años. Sin embargo, tras esta extraordinaria cifra, encuentras tanto la realidad como la exageración.

Willow representa un avance significativo en la computación cuántica. Con 105 qubits, es capaz de reducir exponencialmente los errores a medida que se aumenta el número de qubits, lo que significa un progreso importante en la corrección de errores cuánticos. Esto significa que, en comparación a otros sistemas cuánticos, en los que más qubits tienen más errores, el Willow tiene la habilidad de escalar sin perder su precisión.

Aún así, la cobertura de los medios ha ocasionado exageraciones con respecto a sus capacidades. Se ha señalado que podría solucionar rápidamente problemas difíciles de la vida real o que podría dejar inútiles a los supercomputadores tradicionales. La realidad es que, a pesar de que el Willow logra un avance significativo, sigue funcionando bajo las limitaciones de la era NISQ (Noisy Intermediate-Scale Quantum), lo que significa que no puede llevar a cabo algoritmos cuánticos de gran magnitud a escala. También, no está diseñado para reemplazar a las computadoras tradicionales en la mayoría de las aplicaciones diarias.

Willow representa un progreso considerable hacia la computación cuántica escalable, sin embargo, es necesario diferenciar su evidente progreso de las expectativas excesivas. Su verdadero impacto se comprobará en usos concretos, como la investigación en el sector de la salud, donde su capacidad para operar cálculos complejos puede parecer verdaderamente innovadora.